18 de noviembre de 2008

CHUCHERÍAS

Foto: Lucía Benítez
Fez. Marruecos. 2008
Foto: Lucía Benítez
Lima. Perú. 2005

Foto: Lucía Benítez
Ha Long. Vietnam. 2006
Foto: Lucía Benítez
Cádiz. España. 2007
Foto: Lucía Benítez
Meknes. Marruecos. 2008

10 comentarios:

Chayo dijo...

Querida....
¡¡¡Tenía tantas ganas de ti!!!
Estas uniones del Mundo que haces de forma tan bella...
Los niños y las chucherías: ¡el mundo de la magia en el paladar! Recuerdo cuando era niña y ahorraba durante la semana para deleitarme el domingo con esa ansiada piruleta roja...
Y hoy que soy mayor ( espero que no del todo).... me fijo más en quien las vende y en sus historias... Las que tú me haces llegar...
¡Gracias!
Un besito!

Unknown dijo...

Ganas tenía yo de sacarte el recuerdo de color rojo y sabor dulce de los domingos. Las historias están en cada rincón de cada calle de cualquier ciudad de un país del mundo. Y sí, se parecen.

Celeste dijo...

Unas "perras gordas" eso es lo que me costaba una enorme y rica oblea de barquillo. Y no era fácil comprarla todos los domingos...menos mal que la abuela me hacía unos estupendos caramelos con azúcar!
Y había algo aún más especial:
Allá en "La raña" cuando las heladas eran súper gordas, se ponía al sereno un plato llano con azúcar y agua: helado para desayunar!!!!!!!
Podéis creer que cuando vuelvo a mi raña, aún pongo un plato al sereno esperando el milagro???
Ayyyy esa infancia donde casi todo era mágico!
Sí, que bueno regresar a la infancia.
Gracias, tus fotos tienen el poder de narrar histórias bellísimas.

Abrazos caramelizados.

Unknown dijo...

Me encanta que tu magia llegue a esta página y también tus historias que cuentas con colores y sentidos.
¿De verdad se hacía así el helado?

Celeste dijo...

De verdad!
Lo que os habéis perdido las chicas de ciudad! jajajaja!

Unknown dijo...

Eso y mucho más: las carreras por el campo, los olores de la primavera, las rodillas levantadas de los empedrados, los saludos en el silencioso ambiente de la mañana... Los puntos suspensivos dan para mucho, así que quien quiera que siga

Pilar M Clares dijo...

Pues yo recuerdo las lechugas que se compraban en el Malecón de Murcia, se bajaba a los huertos en las mañanas soleadas de domingo, solía ir con mi padre y algunos de mis hermanos, y aunque la verdad es que a mí no me gustaban así tan frescas --cosas de los críos, en mi caso cría-- pues me encantaba eso de bajar a un sitio donde un huertano decía, cójalas, sí, y mi padre las pagaba.
Pero no, a mí lo que me gustaba eran una cajitas con gelatina que se lengüeteaban y te dejaban la boca hecha una preciosidad.
También cambiarle el color a los chicles: se masticaba un poco, entonces se sacaba de la boca bien pegajoso entre los azúcares y los hilos de saliba, se metía una mina de color, casi siempre yo azul, que se envolvía bien con aquella masa pringosa, y entonces se masticaba grrsss grssssrr hasta que el chicle había tomado el color deseado. Las pompas, qué bien salían, con sus grumos, que siempre quedaba alguno, incluso pegado en los dientes, me atrevería que en las mellas, porque esto era cuando era tan inconsciente como feliz.

Y de otras marranerías no hablo, que me da vergüenza. Una que se puede contar es la del Imedio,el pegamento puf, qué bien olía...¡hacíamos chicle con él en la boca! -colocones nos cogíamos.No como ahora, que soy muy sana, (y bien limpia)-

Muchos besos, chiquillada

Unknown dijo...

Me tienes impresionada con lo de los cicles de colores. Creo que me faltó información entonces, porque a mí no me llegó esa idea. El Imedio sí, me ustaba como olía pero nunca lo utilicé de cicle (creo que también me lo perdí).
Mis recuerdos son de caramelos de colores y frutos secos. Demasiado sencillo, no?

mariamc dijo...

a mí me gustaba sobretodo la regaliz, pero la de palo,se compraba en la valla de la escuela, algo así parecido a la foto de Meknes, era un hombre que llevaba palos de distinto grosor, los gordos eran más caros por supuesto y también por la calle .¿y qué me decís de los chicles NiNa? de un fresa venenoso, y con dibujitos de muñecas dentro.

Unknown dijo...

Había unos regaliz tiernos y pequeñitos que costaban una perra chica, que me encantaban. También unos pequeños caramemlos masticables.
De esos cicles no me acuerdo pero si del carrito de las chcucherías que comenzó como el que tu dices, pero que se hizo grande y grande y ya tenía toldo y asiento, cristales que protegían las chucherías.